Viernes 25 de Agosto de 2023

Viernes de la 20° Semana durante el año

San Luis
San José de Calasanz, presbítero
Beata María del Tránsito Cabanillas de Jesús Sacramentado, virgen

Yo hice una promesa al Señor
y ahora no puedo retractarme

Lectura del libro de Rut 1, 1-2a. 3-6. 7-8. 14b-16. 22

Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos.
El hombre se llamaba Elimélec; su esposa, Noemí; y sus dos hijos, Majlón y Quilión.
Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos. Estos se casaron con mujeres moabitas —una se llamaba Orpá y la otra Rut— y así vivieron unos diez años. Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo.
Entonces se decidió a volver junto con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento.
Mientras regresaban al país de Judá, Noemí dijo a sus nueras: «Váyanse, vuelvan cada una a la casa de su madre. ¡Qué el Señor tenga misericordia de ustedes, como ustedes la tuvieron con mis hijos muertos y conmigo!»
Orpá despidió a su suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado. Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella». Pero Rut le respondió: «No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios».
Así regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 145, 5-10

R. ¡Alaba, alma mía, al Señor!

O bien:

Aleluia.

Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
Él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos. R.

Él mantiene su fidelidad para siempre.
Hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos. R.

Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados,
el Señor ama a los justos
y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda;
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones. R.


ALELUIA Sal 24, 4b. 5a

Aleluia.
Señor, enséñame tus senderos,
guíame por el camino de tu fidelidad.
Aleluia.

EVANGELIO

Amarás al Señor, tu Dios,
y a tu prójimo como a ti mismo

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo


22, 34-40

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor.



En la diócesis de San Luis:
SAN LUIS, Patrono de la diócesis y de la provincia civil: solemnidad.

25 de agosto

San Luis

Comparte tu pan con el hambriento

Lectura del libro de Isaías 58, 6-11

Así habla el Señor:
Este es el ayuno que Yo amo:
soltar las cadenas injustas,
desatar los lazos del yugo,
dejar en libertad a los oprimidos
y romper todos los yugos;
compartir tu pan con el hambriento
y albergar a los pobres sin techo;
cubrir al que veas desnudo
y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora
y tu llaga no tardará en cicatrizar;
delante de ti avanzará tu justicia
y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá;
pedirás auxilio, y Él dirá: «¡Aquí estoy!».

Si eliminas de ti todos los yugos,
el gesto amenazador y la palabra maligna;
si ofreces tu pan al hambriento
y sacias al que vive en la penuria,
tu luz se alzará en las tinieblas
y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te guiará incesantemente,
te saciará en los ardores del desierto
y llenará tus huesos de vigor;
tú serás como un jardín bien regado,
como una vertiente de agua,
cuyas aguas nunca se agotan.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 111, 1-9

R. ¡Feliz el que teme al Señor!

Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida. R.

En su casa habrá abundancia y riqueza,
su generosidad permanecerá para siempre.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.

Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias.
Su corazón está firme, confiado en el Señor. R.

Su ánimo está seguro, y no temerá,
Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad. R.


ALELUIA Jn 13, 34abc

Aleluia.
«Les doy un mandamiento nuevo:
ámense los unos a los otros, como Yo los he amado», dice el Señor.
Aleluia.

EVANGELIO

Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a tí mismo

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo


22, 34-40

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor.




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