Así habla el Señor:
¡Que despierten y suban las naciones
al valle de Josafat!
Porque allí me sentaré para juzgar
a todas las naciones de alrededor.
Pongan mano a la hoz:
la mies está madura;
vengan a pisar:
el lagar está lleno;
las cubas desbordan:
¡tan grande es su maldad!
¡Multitudes innumerables
en el valle de la Decisión!
Porque se acerca el Día del Señor
en el valle de la Decisión.
El sol y la luna se oscurecen,
las estrellas pierden su brillo.
El Señor ruge desde Sión
y desde Jerusalén hace oír su voz:
¡tiemblan el cielo y la tierra!
¡Pero el Señor será un refugio para su pueblo,
un resguardo para los israelitas!
Así ustedes sabrán que Yo soy el Señor, su Dios,
que habito en Sión, mi santa Montaña.
Jerusalén será un lugar santo,
y los extranjeros no pasarán más por ella.
Aquel día,
las montañas destilarán vino nuevo
y manará leche de las colinas;
por todos los torrentes de Judá
correrán las aguas,
y brotará un manantial de la Casa del Señor,
que regará el valle de las Acacias.
Egipto se convertirá en una desolación
y Edóm en un desierto desolado,
a causa de la violencia cometida contra los hijos de Judá,
cuya sangre inocente derramaron en su país.
Pero Judá será habitada para siempre
y Jerusalén por todas las generaciones.
Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune,
y el Señor tendrá su morada en Sión.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
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96, 1-2. 5-6. 11-12
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R. ¡Alégrense, justos, en el Señor!
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son la base de su trono. R.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre. R.
Aleluia.
Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.
Aleluia.
E
VANGELIO
¡Feliz el vientre que te llevó!
Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios
Jesús estaba hablando y una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!»
Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».
Palabra del Señor.