Lunes 22 de Julio de 2024
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Lunes de la 16° Semana durante el año
SANTA MARÍA MAGDALENA
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22 de julio
Santa María Magdalena
Fiesta
Encontré al amado de mi alma
Lectura del Cantar de los cantares
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3, 1-4a
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Así habla la esposa:
En mi lecho, durante la noche,
busqué al amado de mi alma.
¡Lo busqué y no lo encontré!
Me levantaré y recorreré la ciudad;
por las calles y las plazas,
buscaré al amado de mi alma.
¡Lo busqué y no lo encontré!
Me encontraron los centinelas
que hacen la ronda por la ciudad:
«¿Han visto al amado de mi alma?»
Apenas los había pasado,
encontré al amado de mi alma.
Palabra de Dios.
O bien:
Ya no conocemos a Cristo con criterios puramente humanos
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto
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5, 14-17
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Hermanos:
El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y Él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos.
Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así.
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
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62, 2-6. 8-9
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R. ¡Mi alma tiene sed de ti, Señor!
Señor, Tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada
como un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios. R.
Veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene. R.
Aleluia.
Dinos, María Magdalena, ¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
Aleluia.
E VANGELIO
Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentado uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?»
María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo».
Jesús le dijo: «¡María!»
Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir, «¡Maestro!»
Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes”».
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras.
Palabra del Señor.
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