Sábado 5 de Octubre de 2024
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Sábado de la 26° Semana durante el año
Santa Faustina Kowalska, virgen
Santa María en sábado
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Ahora te han visto mis ojos, por eso me retracto
Lectura del libro de Job
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42, 1-3. 5-6. 12-17
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Job respondió al Señor, diciendo:
«Yo sé que Tú lo puedes todo
y que ningún proyecto es irrealizable para ti.
Sí, yo hablaba sin entender,
de maravillas que me sobrepasan y que ignoro.
Yo te conocía sólo de oídas,
pero ahora te han visto mis ojos.
Por eso me retracto,
y me arrepiento en el polvo y la ceniza».
El Señor bendijo los últimos años de Job mucho más que los primeros. El llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo además siete hijos y tres hijas. A la primera la llamó “Paloma”, a la segunda “Canela”, y a la tercera “Sombra para los párpados”. En todo el país no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job. Y su padre les dio una parte de herencia entre sus hermanos.
Después de esto, Job vivió todavía ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. Job murió muy anciano y colmado de días.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
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118, 66. 71. 75. 91. 125. 130
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R. ¡Brille sobre mí la luz de tu rostro, Señor!
Enséñame la discreción y la sabiduría,
porque confío en tus mandamientos.
Me hizo bien sufrir la humillación,
porque así aprendí tus preceptos. R.
Yo sé que tus juicios son justos, Señor,
y que me has humillado con razón.
Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas. R.
Yo soy tu servidor: instrúyeme,
y así conoceré tus prescripciones.
La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante. R.
Aleluia.
Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños.
Aleluia.
E VANGELIO
Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo
Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».
Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!»
Palabra del Señor.
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