Hijos míos:
¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo vino por el agua y por la sangre;
no solamente con el agua,
sino con el agua y con la sangre.
Y el Espíritu da testimonio
porque el Espíritu es la verdad.
Son tres los que dan testimonio:
el Espíritu, el agua y la sangre;
y los tres están de acuerdo.
Si damos fe al testimonio de los hombres,
con mayor razón
tenemos que aceptar el testimonio de Dios.
Y Dios ha dado testimonio de su Hijo.
El que cree en el Hijo de Dios
tiene en su corazón el testimonio de Dios.
El que no cree a Dios
lo hace pasar por mentiroso,
porque no cree en el testimonio
que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y el testimonio es este:
Dios nos dio la Vida eterna,
y esa Vida está en su Hijo.
El que está unido al Hijo, tiene la Vida;
el que no lo está, no tiene la Vida.
Les he escrito estas cosas,
a ustedes que creen en el Nombre del Hijo de Dios,
para que sepan que tienen la Vida eterna.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
|
147, 12-15. 19-20
|
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
O bien:
Aleluia.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
Él reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
Aleluia.
Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino,
y sanaba todas las dolencias de la gente.
Aleluia.
E
VANGELIO
Al instante la lepra desapareció
Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante Él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme».
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante la lepra desapareció.
Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a lugares desiertos para orar.
Palabra del Señor.